Las habilidades sociales y la adicción se encuentran estrechamente relacionadas. Estas deficiencias en nuestra competencia social pueden convertirse facilmente en causa del consumo de alcohol o drogas. Por lo tanto, recurrir al alcohol, la cocaína o el cannabis, como facilitadores de las relaciones personales puede terminar provocando en algunas personas una adicción. Vamos a comentar algunos de los aspectos fundamentales que relacionan la adicción con las habilidades sociales.
Habilidades sociales y adicciones
La adicción es una enfermedad compleja, porque en su desarrollo intervienen, además de aspectos biológicos, factores personales (como las habilidades sociales o ciertos rasgos de personalidad), familiares, educativos, laborales, sociales o incluso económicos. En lo que respecta a los factores personales, determinadas carencias en la ‘competencia social’ pueden aumentar la probabilidad del consumo de drogas y, por extensión, de la aparición de una adicción.

La dificultad para expresar emociones de manera adaptativa representa un factor de riesgo para el desarrollo de las adicciones. La timidez, la culpa, la angustia o la inseguridad, pueden facilmente desembocar en consumo de alcohol o drogas. Esto se debe, fundamentalmente, a que el consumo de sustancias psicoactivas conlleva una desinhibición que facilita la interacción social. Todos sabemos lo tremendamente instaurado que está, por ejemplo, el consumo de alcohol como agente socializador. Por esto, en etapas de cambio o en la toma de decisiones, los jóvenes y adolescentes son particularmente susceptibles al consumo de alcohol y drogas. Precisamente, una etapa en la que las habilidades sociales no están totalmente desarrolladas.
Rasgos de personalidad y adicción
Como comentábamos existen rasgos de personalidad que convierten a estas personas en más vulnerables a la hora de padecer una adicción. Sin embargo, esto no significa que quienes posean algunos de estos rasgos vayan a desarrollar con total seguridad una adicción. De hecho, diferentes estudios en psicología postulan la caracterización de una ‘personalidad adictiva’ sin que hayan llegado a conclusiones definitivas. En cualquier caso, algunos de estos rasgos de personalidad que hacen más propensa a una persona de padecer una adicción son:
- Inconformismo
- Baja motivación para el rendimiento académico
- Tendencias antisociales como agresividad y/o delincuencia
- Bajo umbral de frustración y dolor
- Búsqueda de satisfacción inmediata
- Carencias en habilidades sociales para la vida y demandas de la sociedad
Al mismo tiempo, las personas con alto riesgo de padecer adicciones se caracterizarían por tener un bajo autocontrol, una baja autoestima y una baja autoconfianza. Para ellos o ellas, el consumo de sustancias adictivas suele representar una ‘válvula de escape’ ya que encuentran una especial dificultad para gestionar psicológica y emocionalmente las situaciones adversas o complicadas. Al mismo tiempo, el alcohol o las drogas se convierten en el medio facilitador por excelencia de las relaciones sociales. Algunos de estos aspectos deficitarios son:
- Frustraciones cotidianas y salida de la apatía
- Bajo nivel de tolerancia a la frustración y búsqueda de satisfacción inmediata
- Imposibilidad o capacidad deteriorada para postergar el deseo
- Individualismo: consumo de alcohol y drogas para desarrollar relaciones sociales
- Problemas de integración social: personas excluidas
- Presentismo: vivir únicamente y en todo momento en el presente
El desarrollo de habilidades sociales en la recuperación de la adicción
En el tratamiento de la adicción en Valencia trabajamos estrategias que permiten desarrollar y mejorar las habilidades sociales. Se llevan a cabo con el objetivo de aprender a manejar situaciones vitales, como las relaciones personales, de una forma saludable. Evitar el consumo de drogas como forma de afrontamiento social es fundamental en la recuperación de adicciones. En recuperación aprenderemos a identificar apropiadamente y gestionar nuestras emociones. Por ejemplo, fomentando la escucha y la comunicación asertiva. También ayudaremos al paciente a mejorar su autoestima. En último término, la recuperación también nos ayudará a optimizar la toma de decisiones.
- Autoestima: Las personas con adicciones por lo general tienen una percepción distorsionada de sí mismos, por lo que suelen tener una baja autoestima. Trabajar el conocimiento de sí mismos, intercambiando opiniones con compañeros de tratamiento, familiares o terapeutas, es una herramienta muy eficaz para mejorar la autoestima de personas con adicciones.
- Comunicación asertiva: trabajar la comunicación asertiva pasa por conocer y tomar conciencia de los derechos personales. Debemos aprender a exigir que los demás respeten esos derechos y también a respetar los derechos de los demás. Aprender a expresar los sentimientos y pensamientos propios es fundamental para resolver una adicción. Esto se puede trabajar haciendo un entrenamiento de las situaciones ante las cuales es imprescindible expresar lo que sentimos.
- Toma de decisiones: respecto a la toma de decisiones es fundamental entrenar el autocontrol. Nos plantearemos preguntas acerca de un futuro inmediato, estableceremos unas metas claras y trabajaremos día a día para ir cumpliendo objetivos. De esta manera podremos conseguir motivación que al mismo tiempo nos ayudará a confiar más en nosotros mismos.
- Empatía: para trabajar la empatía se utilizan dinámicas de ‘role-playing‘. Consiste en la exposición de una situación conflictiva y el desarrollo de posibles soluciones. Este es un aspecto fundamental respecto de las habilidades sociales y la adicción.
- Gestionar las emociones: Identificar los pensamientos automáticos y distorsionados para reconducirlos hacia pensamientos racionales y objetivos. Para trabajar la identificación de los pensamientos distorsionados es importante hacer un registro de los pensamientos que generan emociones intensas y perturbadoras. Aprenderemos a cuestionar estos pensamientos y a cambiarlos por otros más agradables. Pueden resultar de utilidad diferentes técnicas de relajación o meditación, como el mindfulness, el yoga, o los ejercicios de respiración.